sábado, 29 de mayo de 2010

El Bicentenario en las calles


Sábado 29 de Mayo de 2010
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28/05/2010 | Norma Giarracca
Buenos Aires: el Bicentenario en las calles
Los pueblos de América Latina, pero en especial el argentino, tienen vocación de ocupar los espacios públicos. Las plazas, las grandes avenidas, los espacios abiertos se convierten entre nosotros en lugares de encuentros, de protestas, de marchas o de fiestas. Por eso no llama la atención lo ocurrido desde el viernes 21 al martes 25 de mayo en la Ciudad de Buenos Aires.
Fue un hecho social y político digno de reflexión para todos aquellos que queremos entender y mejorar el país.

Los festejos no tuvieron trascendencia previa aunque se sabía que con el alejamiento de José Nun como Secretario de Cultura cambiarían las propuestas de festejo. Es evidente que se terminó optando por una gran fiesta popular con el epicentro en Buenos Aires y con réplicas en cada provincia.

Previo o paralelo al festejo del gobierno nacional, los porteños tuvimos que pasar por la reinauguración del Teatro Colón a cargo de la Ciudad de Buenos Aires; pudimos ver un Teatro colmado de la farándula televisiva y con notables ausencias. La más importante fue la de la de la Presidenta de la Nación pero tampoco asistieron el Presidente Evo Morales que ya estaba en el país ni miles de trabajadores de la cultura que desde el Teatro San Martín o el Cervantes, los Conservatorios de Música, de Plástica, de Danzas, etc. logran acercarnos cotidianamente al arte a nuestras vidas y para quienes el Colón es un símbolo de la música.

Ellos no estaban pero esos lugares fueron ocupados por personajes públicos del showbussines con sus chabacanerías habituales y todo el espectáculo fue criticado por los que se acercaban a las puertas o estaban en sus casas siguiendo la proyección externa sobre la significación del teatro (que, los invitados ignoraron en su afán por mostrarse en “la alfombra roja”). Pero por suerte estaba la fiesta en la Av. 9 de Julio.

A mi juicio, todo estaba organizado para recibir, mostrar, deleitar y crear una situación donde los autores del hecho cultural estaban claramente del lado de los organizadores y arriba de los escenarios. Pero los habitantes de esta ciudad, de las provincias y latinoamericanos que vinieron por estos días, produjeron una transformación que convirtió el festejo en un fenómeno cultural y político.

Lo que deseo significar es que si a estos festejos hubiesen asistido 100, 200, 300 mil “espectadores”, la autoría de la situación hubiese quedado en manos de los organizadores, pero con una concurrencia tan masiva y comprometida, las multitudes de todas las edades y condiciones sociales se convirtieron en co-autores de la situación. Es decir, la situación no hubiese sido la misma sin esta concurrencia masiva.

La apropiación del espacio público, la colaboración en la organización (no hubo incidentes) casi por momentos en una autoorganización y el involucramiento (cantar, bailar, dialogar con los artistas) convirtieron al “público” en co-autor.

El interrogante que cabe hacernos es por qué la propuesta del gobierno nacional tuvo esa respuesta. A mi juicio se conjugaron muchas cosas, primero una excelente oferta cultural: diversa y de alto nivel de calidad. La música fue variada y el desfile del 25 estuvo atravesado por dos criterios importantes: calidad artística y una cosmovisión del pasado y derroteros presentes que la mayoría de los argentinos sintió como parte de su historia y de sus vidas.

Se otorgó una propuesta cultural con la que muchas de las poblaciones urbanas y rurales de este país se sienten identificadas: una Nación que no desea mirarse en los espejos de los pueblos autoritarios sino en una Latinoamérica en la búsqueda de su dignidad; el reconocimiento a quienes lucharon por la igualdad, la libertad, los Derechos Humanos desde Tupac Katari a José Gervacio de Artigas, del Ché a Juan y Evita Perón con sus errores y aciertos pero con ese núcleo tenaz de justicia y libertad (la inauguración de la galería de cuadros en la Casa Rosada); la apuesta a una sociedad que valora los esfuerzos de quienes trabajan honestamente y el rechazo a la especulación corrupta (expresado en el cuadro de personajes colgando y repartiendo papeles sin valor durante las crisis financieras de Fuerza Bruta), fueran propuestas aceptadas y apropiadas por las multitudes. Una filosofía popular, latinoamericanista, progresista atravesó los festejos durante los actos del gobierno nacional y dos millones de personas (6 millones que pasaron) se sintieron identificadas, se emocionaron, lagrimearon y, seguramente, se sintieron argentinos con cierto orgullo y cierta dignidad.


Lo que ocurrirá a partir de ahora nadie lo sabe pues es un proceso abierto. Hubo un acontecimiento cultural que sólo gente de mucha necedad puede no advertirlo. Hay que recordar que junto con la búsqueda de la igualdad, los pueblos piden el respeto por la naturaleza y exigen distancias con las corporaciones económicas que saquean recursos naturales (recordemos el masivo a poyo de la ciudad a Pino Solanas y los reclamos de los pueblos cordilleranos); muchos desprecian a los saqueadores tanto como a los especuladores de los cuadros del desfile. Por eso hay que interpelar al gobierno nacional para que otorgue continuidad a la cosmovisión desplegada estos días y exigirle que vaya concretando una construcción social, económica y política en esa dirección. Construcción conciente de nuestros territorios que, junto con las culturas, son los dos pilares fundamentales de nuestra identidad nacional.

Socióloga. Profesora e Investigadora, Instituto Gino Germani, UBA.

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