martes, 13 de enero de 2009

Requien por Israel ( en español y portugués)


Boaventura de Sousa Santos

En Palestina está ocurriendo la más reciente y brutal masacre cometida por las fuerzas ocupantes de Israel con la complicidad de Occidente, una complicidad hecha de silencio, hipocresía y una grotesca manipulación de la información que trivializa el horror y el sufrimiento injusto, y que transforma en ocupantes a los ocupados, en agresores a las víctimas y a la provocación ofensiva en legítima defensa.
Pese a que son omitidas por los medios occidentales, las razones son conocidas. En noviembre pasado, violando las treguas, la aviación israelí bombardeó la Franja de Gaza, Hamas propuso renegociar los controles de acceso a la franja, Israel se opuso y todo comenzó. Esta provocación premeditada tenía objetivos de política interna y externa bien definidos: la recuperación electoral de una coalición en riesgo; un ejército sediento de vengar la derrota en el Líbano; un vacío de transición política en los Estados Unidos y la necesidad de crear un hecho consumado antes de la asunción del presidente Obama. Todo esto es obvio, pero no nos permite entender lo ininteligible: el sacrificio de una población civil inocente mediante la comisión de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad, perpetrados con la certeza de la impunidad.
Es preciso retroceder en el tiempo. No al lejano tiempo de la Biblia hebrea, el más violento y sangriento libro alguna vez escrito. Basta retroceder sesenta años, a la fecha de la creación del Estado de Israel. En las condiciones en que fue creado y después apoyado por Occidente, el Estado de Israel es el más reciente (nunca el último) acto colonial de Europa. De un día para el otro, unos 750 mil palestinos fueron expulsados de sus tierras ancestrales y condenados a una ocupación sangrienta y racista para que Europa expiase el repugnante crimen del Holocausto contra el pueblo judío. Una lectura atenta de los textos de los sionistas fundadores del Estado de Israel revela todo aquello que Occidente, hipócritamente, todavía hoy finge desconocer: la creación de Israel es un acto de ocupación y, como tal, tendrá que enfrentar para siempre la resistencia de los ocupados; nunca habrá paz, cualquier pacificación será siempre aparente, una trampa a ser desarmada (por eso, a cada tratado de paz lo sigue un acto de violación que lo desmiente); para consolidar la ocupación, el pueblo judío tiene que afirmarse como un pueblo superior condenado a vivir rodeado de pueblos racialmente inferiores, aunque eso contradiga la evidencia de que árabes y judíos son todos pueblos semitas; con razas inferiores sólo es posible una relación de tipo colonial, por lo que la solución de los dos Estados es impensable; en su lugar, la solución es la del apartheid, tanto en la región como dentro de Israel (por eso, los colonatos y el tratamiento de los árabes israelitas como ciudadanos de segunda clase); la guerra es infinita y la solución final podrá implicar el exterminio de una de las partes, ciertamente de la más débil.
Lo que pasó en los últimos sesenta años confirma todo esto, pero va mucho más allá. En las dos últimas décadas, Israel procuró, con éxito, secuestrar la política norteamericana en la región, sirviéndose para eso del lobby judaico, de los neoconservadores y, como siempre, de la corrupción de los líderes políticos árabes, rehenes del petróleo y de la ayuda financiera norteamericana. La guerra de Irak fue un anticipo de Gaza: la lógica es la misma, las operaciones son las mismas, la desproporción de la violencia es la misma; hasta las imágenes son las mismas, y es de prever que también el resultado sea el mismo. Y no se fue más lejos porque, mientras tanto, Bush se debilitó. ¿No pidieron los israelíes autorización a los Estados Unidos para bombardear las instalaciones nucleares del Irán?
Hoy es evidente que el verdadero objetivo de Israel, la solución final, es el exterminio del pueblo palestino. ¿Tienen los israelíes noción de que la shoah con que su viceministro de Defensa amenazó a los palestinos podría también victimizarlos ? ¿No temen que muchos de los que defendieron la creación del Estado de Israel hoy se pregunten si, en estas condiciones -y, repito, en estas condiciones-, el Estado de Israel tiene derecho de existir?

TRADUCCION: Javier Lorca


Versión original en Portugués:
¿Requiem por Israel?

Está a ocorrer na Palestina o mais recente e brutal massacre do povo palestiniano cometido pelas forças ocupantes de Israel com a cumplicidade do Ocidente, uma cumplicidade feita de silêncio, hipocrisia e manipulação grotesca da informação, que trivializa o horror e o sofrimento injusto e transforma ocupantes em ocupados, agressores em vítimas, provocação ofensiva em legítima defesa.
As razões próximas, apesar de omitidas pelos media ocidentais, são conhecidas. Em Novembro passado a aviação israelita bombardeou a faixa de Gaza em violação das tréguas, o Hamas propôs a renegociação do controle dos acessos à faixa de Gaza, Israel recusou e tudo começou. Esta provocação premeditada teve objectivos de política interna e internacional bem definidos: recuperação eleitoral de uma coligação em risco; exército sedento de vingar a derrota do Líbano; vazio da transição política nos EUA e a necessidade de criar um facto consumado antes da investidura do Presidente Obama. Tudo isto é óbvio mas não nos permite entender o ininteligível: o sacrifício de uma população civil inocente mediante a prática de crimes de guerra e de crimes contra a humanidade cometidos com a certeza da impunidade.
É preciso recuar no tempo. Não ao tempo longínquo da bíblia hebreia, o mais violento e sangrento livro alguma vez escrito. Basta recuar sessenta anos, à data da criação do Estado de Israel. Nas condições em que foi criado e depois apoiado pelo Ocidente, o Estado de Israel é o mais recente (certamente não o último) acto colonial da Europa. De um dia para o outro, 750.000 palestinianos foram expulsos das suas terras ancestrais e condenados a uma ocupação sangrenta e racista para que a Europa expiasse o crime hediondo do Holocausto contra o povo judeu. Uma leitura atenta dos textos dos sionistas fundadores do Estado de Israel revela tudo aquilo que o Ocidente hipocritamente ainda hoje finge desconhecer: a criação de Israel é um acto de ocupação e como tal terá de enfrentar para sempre a resistência dos ocupados; não haverá nunca paz, qualquer apaziguamento será sempre aparente, uma armadilha a ser desarmada (daí, que a seguir a cada tratado de paz se tenha de seguir um acto de violação que a desminta); para consolidar a ocupação, o povo judeu tem de se afirmar como um povo superior condenado a viver rodeado de povos racialmente inferiores, mesmo que isso contradiga a evidência de que árabes e judeus são todos povos semitas; com raças inferiores só é possível um relacionamento de tipo colonial, pelo que a solução dos dois Estados é impensável; em vez dela, a solução é a do apartheid, tanto na região, como no interior de Israel (daí, os colonatos e o tratamento dos árabes israelitas como cidadãos de segunda classe); a guerra é infinita e a solução final poderá implicar o extermínio de uma das partes, certamente a mais fraca.
O que se passou nos últimos sessenta anos confirma tudo isto mas vai muito para além disto. Nas duas últimas décadas, Israel procurou, com êxito, sequestrar a política norte-americana na região, servindo-se para isso do lobby judaico, dos neoconservadores e, como sempre, da corrupção dos líderes políticos árabes, reféns do petróleo e da ajuda financeira norte-americana. A guerra do Iraque foi uma antecipação de Gaza: a lógica é a mesma, as operações são as mesmas, a desproporção da violência é a mesma; até as imagens são as mesmas, sendo também de prever que o resultado seja o mesmo. E não se foi mais longe porque Bush, entretanto, se debilitou. Não pediram os israelitas autorização aos EUA para bombardear as instalações nucleares do Irão?
É hoje evidente que o verdadeiro objectivo de Israel, a solução final, é o extermínio do povo palestiniano. Terão os israelitas a noção de que a shoah com que o seu vice-ministro da defesa ameaçou os palestinianos poderá vir a vitimá-los também? Não temerão que muitos dos que defenderam a criação do Estado de Israel hoje se perguntem se nestas condições—e repito, nestas condições—o Estado de Israel tem direito de existir?

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